Concluye la primera semana de clase con una experiencia que el curso pasado me gustó, y debe ser que a los alumnos también porque el primer día de clase, los nuevos estudiantes me preguntaron “…nos han contado que el año pasado fueron a dibujar a un mercado, ¿no vamos a salir nosotros a dibujar a ningún sitio?” Y lo cierto es que no tenía pensado que fuéramos a dibujar a ningún lado, puesto que este curso el planteamiento de la asignatura es diferente, pero pensé que sería interesante que, puesto que su proyecto final es el diseño y muestra de una exposición artística, nos acercáramos a algún museo a dibujar. En Móstoles tenemos la suerte de contar con el Centro de Arte Dos de Mayo (http://www.ca2m.org/), un antiguo edificio de Móstoles rehabilitado para albergar colecciones de arte contemporáneo que dan un toque de aire fresco a la ciudad. Así que allí nos dirigimos.
La intención de dibujar fuera del aula tiene más valores añadidos que el simple hecho de cambiar de contexto, implica que nos convirtamos en espectadores de otra realidad, que debamos recorrer un espacio diferente y desconocido, elegir un lugar que nos llame la atención y entonces fijarnos en todos los detalles que rodean ese lugar que nos atrapará durante el tiempo que lo dibujemos. Por otro lado, el hecho de acudir a un museo de estas características aporta a los estudiantes una visión diferente del concepto “museo” tan ligado a instituciones como el Prado o el Reina Sofía para el público en general. Por otro lado, y dadas las características de las exposiciones allí representadas, los chicos tuvieron la oportunidad de interactuar con las obras expuestas: podían pisar, tocar, mover y escribir, de tal forma que pudieron sentirse parte de la representación. Estas acciones son tremendamente positivas porque nos hacen plantearnos el hecho de que las obras de arte no siempre son concebidas para contemplarlas, sino para manipularlas.
Gracias a esto, algunas de las conclusiones que obtuvimos en el aula están relacionadas con la posiblidad de que los niños, futuros receptores del aprendizaje de mis alumnos, tengan la posiblidad de manipular el arte para sentirlo de un modo más cercano y, de algún modo, “hacerlo suyo”. Los pupilos de educación infantil están hartos de colorear según los patrones que marcan los libros, incluso están cansados de colorear sin patrones. Por ello, debemos dejarles que sean ellos los que dibujen, pinten y manipulen a su antojo. De esta forma, se van a sentir partícipes de su trabajo y desde pequeños les involucramos y hacemos dueños de su propio aprendizaje. Es fácil entenderlo: ¿te gustaría que todos los días te mandaran hacer la misma tarea?
Proyectando aprendizajes 