Mercadillo Solidario 2013

Cuando los alumnos te proponen llevar a cabo una acción social, se te llena la cara de alegría y apoyas la iniciativa sin pensarlo. Cuando la mayor parte del trabajo que conlleva esta acción la realizas tú como docente, entonces la implicación de los alumnos mengua y ya no es un aprendizaje social para ellos, sino un propósito personal del profesor.

A lo largo del curso los alumnos de los Grados en Educación realizan entre once y trece prácticas, de las que seis u ocho se entregan físicamente en papel de diferentes tamaños o en volumen. Para hacernos una idea, alrededor de quinientas obras son almacenadas en dos meses. El curso pasado, aquellas que no fueron recogidas por sus propietarios o fueron rescatadas por personal de la universidad se tiraron a la basura, lo que supone una gran pérdida. Este curso, para evitar que su trabajo en el mejor de los casos quedara en cualquier planta de reciclaje, un grupo de estudiantes propuso montar un mercadillo en el que se recaudaran fondos para cualquier asociación que trabaje con niños y que las obras que no se vendieran fueran donadas a algún hospital o centro donde haya niños durante largos periodos de tiempo. Sin duda una idea fantástica.

Se planteó y votó la iniciativa en todos los grupos, obteniendo la aprobación por mayoría y acordamos que yo pedía los permisos a la universidad y me encargaba de ponerme en contacto con las asociaciones cuando fueran elegidas para comunicarles el menester, aunque también preparé un documento en Google Drive para que ellos propusieran y votaran centros o asociaciones receptores de las donaciones y además elaboré un programa de trabajo para que asistieran voluntarios a las horas que mejor les viniera a preparar  y recoger el mercadillo, siendo la duración total de la actividad doce horas repartidas en un día y medio. Entendí que con ciento cincuenta personas a favor de la actividad no habría propblemas de voluntarios. Empezaba a cargarme de trabajo.

A cinco días del día del mercadillo no se había apuntado ningún voluntario, sólo se había propuesto una asociación y nadie había votado, así que di un utimátum para que reflexionaran en que si ellos proponen algo solidario y benéfico es para participar, no para que otros hagamos el trabajo por ellos. El resultado fue de cuatro voluntarios el jueves por la tarde, cuatro el viernes por la mañana y tres el viernes por la tarde. Honra decir que a última hora del viernes vinieron a ayudar de terminar a recoger cuatro alumnas más y que mi compañera Mercedes estuvo siempre que pudo. Todos estos voluntarios me demostraron que habían venido porque habían querido y se les veía a gusto en la sala, mil gracias a Cristina, Noelia, Yardena, Mónica, Laura, Ana, Mariano, Carlos, Estíbaliz, Ana, Tamara, Ángela y sus dos amigas.

Mil gracias también a los que se acercaron a ver o a aportar su voluntad porque los niños del proyecto Rompecitos de la Asociación Cultural Lapiceros de Colores de Móstoles van a disfrutar de su generosidad. El mercadillo no tuvo una gran afluencia de público, pero eso es algo a reflexionar en otro momento.

2013.11.29. Recibí donaciones

El Aprendizaje Social es una buena metodología con la que los estudiantes aprenden a la vez que realizan un bien a la sociedad. Cuando las iniciativas surgen de ellos, es mucho más enriquecedeor, pero cuando el profesor se involucra demasiado, deja de ser SU iniciativa para convertirse en TU propósito, y se pierde la esencia. Me equivoqué en el enfoque y eso me ayuda a plantearlo de otra forma en el futuro: debo limitarme a apoyarles y a orientarles, pero no a organizarles, porque cuando el proyecto es suyo, se implican a fondo y llegan hasta el final con sus propios medios, siendo consecuentes con sus decisiones. Es fantástico aprender cada día con ellos.

 

 

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